A Raùl Serrano



Cuando alguien ve las fotos de mi tierra,
del mar, de las colinas y de mi casa,
como hay algo aún que no le cierra
pregunta sólo y siempre más curiosa:

“¿Qué hacés en Tucumán y Ayacucho,
donde hace falta un mínimo ademán
y en la cocina se te cae el techo?
¿Qué hacés en Ayacucho y Tucumán,
en un cuarto donde entra sólo el lecho
y los lujos de tu Italia ya no están?”

La respuesta es la misma para todos:
“Hay algo acá que ata fuerte al tano,
es un hombre que no habla por los codos
y que supo con sus manos de artesano
sacar de mí el plomero con sus modos,
un hombre cuyo nombre es Raúl Serrano”.